Alexiis y Sergio, 12 de julio de 2009
ALEXIIS: YESHUA: “¡AY, Sergio!, te han puesto a prueba, ¿eh?”
Esta noche vamos a hacer lo que se llamaría, en términos humanos, una noche de Damas. Hay alguien que quiere manifestarse, y ahí, Alexiis, le va a prestar su voz.
ALEXIIS: Soy la Madre Teresa de Calcutta. No soy científica, nunca lo he sentido. He sido una mujer simple que se ha dedicado al bienestar de la humanidad. Pero yo no he elegido a la gente pudiente para poder atenderlo, no. Yo he sido, como se diría, despechada por muchos de mis congéneres, porque yo me he metido allí donde ningún ser humano quería meterse; atender leprosos, atender todo tipo de enfermos. Nunca aun enfermo, aun ser que necesitaba ayuda le he negado mi corazón, mis manos, en lo que podían hacer para sanar.
Siempre he sido, hasta el último día, hasta mi último respiro, he trabajado para ayudar a la humanidad.
Lamentablemente somos muy pocos los que nos hemos dedicado a esto, pero hoy en día, todos los humanos tienen que tomar conciencia que ese amor que está dentro de mí, que siempre ha estado, que he esparcido en personas a las que nadie quería ni tocar y ver, que se alejaban espantados.
Así, ustedes, los trabajadores de la luz, tienen la misión de darles su mano, darle su luz, su amor, su compasión, su apoyo a cada uno, aunque esté tirado en el lugar más repugnante, ustedes tienen la misión de brindarles su ayuda, de brindarles su luz. No teman ensuciarse las manos, no teman el contagio, porque si ustedes irradian luz y amor no va a tener problemas de contagio. Ustedes tienen la fuerza, ustedes tienen toda la capacidad, pero tienen que tomar conciencia de ello.
Tienen que tomar conciencia que ustedes todos, sean hombres o mujeres, porque esto en realidad no va dirigido sólo a las mujeres, esto va dirigid a la humanidad entera. Todos ustedes tienen la capacidad de ayudar, pero tienen que tomar conciencia y tienen que sobreponerse a ese rechazo instintivo, que tienen muchos –la gran mayoría, lamentablemente- hacia otro ser que está enfermo, que está herido.
Piensen que esa persona que encuentran ahí es un hermano de ustedes, es un familiar de ustedes, aunque nunca en la vida lo hayan visto. Pero es un ser humano en condiciones adversas que necesita de su luz, su apoyo, de su guía. Eso es lo que los trabajadores de la luz tienen que aprender. No solamente ellos, lo tiene que aprender toda la humanidad. Pero para enseñar y para dirigir, los primeros, la vanguardia, son los trabajadores de la luz, que a su vez, este conocimiento, lo tienen que ir esparciendo en toda la humanidad.
Aprendan a amar, ámense a sí mismos y amen a los otros y no solamente amen a los humanos, amen a cada ser viviente: amen a la naturaleza, amen a la madre Tierra. Bendigan, bendigan todo lo que les rodea; cada instante, cada paso, cada respiración es una cosa que tendrían que haberlo aprendido desde chicos, desde la cuna, cuando dan el primer respiro, pero lamentablemente esto no se enseña; no se enseña ni en colegios ni en ninguna parte. Recién ahora está empezando la toma de conciencia de esto. No es tarde, pero hay que apurarse, hay que incorporar ese amor, esa compasión, esa luz, para poder irradiarla. De nada sirve un ser humano que dice amar al otro si no se ama a sí mismo, porque si no se ama a sí mismo, no le puede brindar un amor verdadero a otro ser.
Yo sé que para muchos de ustedes es difícil este punto de enfoque, pero ese es el punto que ha regido mi vida. Mi vida es bastante conocida por todos, así que no voy a dar detalles de eso, no hace falta. Simplemente quiero mencionar lo importante que es que se amen a sí mismos y así puedan amar todo: la humanidad, a los vegetales, a los animales, a toda la naturaleza, a la madre Tierra, a todo el cosmos.
Si algún día les aparecen lo que ustedes llaman extraterrestres, ámenlos, ámenlos porque vienen a ayudar. Son hermanos de ustedes, aunque quizás tienen otra figura, otra forma que la de ustedes. Todo el universo está trabajando para la elevación de la madre Tierra. Así que, prepárense, estén concientes que no hay extraterrestres que los vengan a dominar o a querer hacer el mal. Eso ya ha pasado, de eso se ha limpiado el universo. Pero el universo entero, todos los planetas, están pasando por una ascensión de un tipo u otro y la Tierra no es una excepción. La Tierra no puede quedar afuera, tiene que seguir el rimo de todo el universo, y ustedes, si quieren acompañar a la madre Tierra van a tener que aprender esto, van a tener que prepararse anímicamente a que si, repentinamente, ven a alguien con otra figura, o que le resulte extraña, no lo rechacen. Mírenlo a los ojos, vean el amor que irradian, esa es la misión a la que vienen.
Yo ahora puedo hablar de eso porque yo estoy en íntimo contacto con todos ellos. Yo, al haber trascendido de la Tierra, veo las cosas, veo el panorama total, y yo me animo a dar mi voz por esto, porque sé que es importante.
Cuando estaba en la Tierra pude hacer el bien, pero a un número relativamente reducido de personas. Pero ahora, si se me brinda la oportunidad de elevar mi voz, de decir lo que siento, de decir lo que pienso, que percibo, entonces a lo mejor llegaré a una cantidad mayor de gente de lo que he podido llegar. Esta es mí recomendación, es mi profundo deseo de amor, de un amor compartido entre todos.
Los dejo por esta noche. Yo soy la MADRE TERESA DE CALCUTTA.
Nota: Continúa (4 de 6)
http://alexiis-vozdelaluz.blogspot.com
http://soy-naturaleza-viva.blogspot.com
http://www.esnips.com/web/mensajesdemaestros (grabación mp3)
ALEXIIS: YESHUA: “¡AY, Sergio!, te han puesto a prueba, ¿eh?”
Esta noche vamos a hacer lo que se llamaría, en términos humanos, una noche de Damas. Hay alguien que quiere manifestarse, y ahí, Alexiis, le va a prestar su voz.
ALEXIIS: Soy la Madre Teresa de Calcutta. No soy científica, nunca lo he sentido. He sido una mujer simple que se ha dedicado al bienestar de la humanidad. Pero yo no he elegido a la gente pudiente para poder atenderlo, no. Yo he sido, como se diría, despechada por muchos de mis congéneres, porque yo me he metido allí donde ningún ser humano quería meterse; atender leprosos, atender todo tipo de enfermos. Nunca aun enfermo, aun ser que necesitaba ayuda le he negado mi corazón, mis manos, en lo que podían hacer para sanar.
Siempre he sido, hasta el último día, hasta mi último respiro, he trabajado para ayudar a la humanidad.
Lamentablemente somos muy pocos los que nos hemos dedicado a esto, pero hoy en día, todos los humanos tienen que tomar conciencia que ese amor que está dentro de mí, que siempre ha estado, que he esparcido en personas a las que nadie quería ni tocar y ver, que se alejaban espantados.
Así, ustedes, los trabajadores de la luz, tienen la misión de darles su mano, darle su luz, su amor, su compasión, su apoyo a cada uno, aunque esté tirado en el lugar más repugnante, ustedes tienen la misión de brindarles su ayuda, de brindarles su luz. No teman ensuciarse las manos, no teman el contagio, porque si ustedes irradian luz y amor no va a tener problemas de contagio. Ustedes tienen la fuerza, ustedes tienen toda la capacidad, pero tienen que tomar conciencia de ello.
Tienen que tomar conciencia que ustedes todos, sean hombres o mujeres, porque esto en realidad no va dirigido sólo a las mujeres, esto va dirigid a la humanidad entera. Todos ustedes tienen la capacidad de ayudar, pero tienen que tomar conciencia y tienen que sobreponerse a ese rechazo instintivo, que tienen muchos –la gran mayoría, lamentablemente- hacia otro ser que está enfermo, que está herido.
Piensen que esa persona que encuentran ahí es un hermano de ustedes, es un familiar de ustedes, aunque nunca en la vida lo hayan visto. Pero es un ser humano en condiciones adversas que necesita de su luz, su apoyo, de su guía. Eso es lo que los trabajadores de la luz tienen que aprender. No solamente ellos, lo tiene que aprender toda la humanidad. Pero para enseñar y para dirigir, los primeros, la vanguardia, son los trabajadores de la luz, que a su vez, este conocimiento, lo tienen que ir esparciendo en toda la humanidad.
Aprendan a amar, ámense a sí mismos y amen a los otros y no solamente amen a los humanos, amen a cada ser viviente: amen a la naturaleza, amen a la madre Tierra. Bendigan, bendigan todo lo que les rodea; cada instante, cada paso, cada respiración es una cosa que tendrían que haberlo aprendido desde chicos, desde la cuna, cuando dan el primer respiro, pero lamentablemente esto no se enseña; no se enseña ni en colegios ni en ninguna parte. Recién ahora está empezando la toma de conciencia de esto. No es tarde, pero hay que apurarse, hay que incorporar ese amor, esa compasión, esa luz, para poder irradiarla. De nada sirve un ser humano que dice amar al otro si no se ama a sí mismo, porque si no se ama a sí mismo, no le puede brindar un amor verdadero a otro ser.
Yo sé que para muchos de ustedes es difícil este punto de enfoque, pero ese es el punto que ha regido mi vida. Mi vida es bastante conocida por todos, así que no voy a dar detalles de eso, no hace falta. Simplemente quiero mencionar lo importante que es que se amen a sí mismos y así puedan amar todo: la humanidad, a los vegetales, a los animales, a toda la naturaleza, a la madre Tierra, a todo el cosmos.
Si algún día les aparecen lo que ustedes llaman extraterrestres, ámenlos, ámenlos porque vienen a ayudar. Son hermanos de ustedes, aunque quizás tienen otra figura, otra forma que la de ustedes. Todo el universo está trabajando para la elevación de la madre Tierra. Así que, prepárense, estén concientes que no hay extraterrestres que los vengan a dominar o a querer hacer el mal. Eso ya ha pasado, de eso se ha limpiado el universo. Pero el universo entero, todos los planetas, están pasando por una ascensión de un tipo u otro y la Tierra no es una excepción. La Tierra no puede quedar afuera, tiene que seguir el rimo de todo el universo, y ustedes, si quieren acompañar a la madre Tierra van a tener que aprender esto, van a tener que prepararse anímicamente a que si, repentinamente, ven a alguien con otra figura, o que le resulte extraña, no lo rechacen. Mírenlo a los ojos, vean el amor que irradian, esa es la misión a la que vienen.
Yo ahora puedo hablar de eso porque yo estoy en íntimo contacto con todos ellos. Yo, al haber trascendido de la Tierra, veo las cosas, veo el panorama total, y yo me animo a dar mi voz por esto, porque sé que es importante.
Cuando estaba en la Tierra pude hacer el bien, pero a un número relativamente reducido de personas. Pero ahora, si se me brinda la oportunidad de elevar mi voz, de decir lo que siento, de decir lo que pienso, que percibo, entonces a lo mejor llegaré a una cantidad mayor de gente de lo que he podido llegar. Esta es mí recomendación, es mi profundo deseo de amor, de un amor compartido entre todos.
Los dejo por esta noche. Yo soy la MADRE TERESA DE CALCUTTA.
Nota: Continúa (4 de 6)
http://alexiis-vozdelaluz.blogspot.com
http://soy-naturaleza-viva.blogspot.com
http://www.esnips.com/web/mensajesdemaestros (grabación mp3)
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