Alexiis, 22 de mayo 2010
Desgrabación:
Renato M. Juvera Abarca
Son las cuatro menos cuarto de la tarde. Perdón Maestros recién me estaba despertando, quedé agotada de esta mañana y vi lo que me pareció haber sido la presencia de un ángel. Por consiguiente me he apurado en venir a la computadora a ver si alguien más necesita transmitir un mensaje... me quedo esperando con todo mi amor... Por favor, siento la presencia pero... no sé quién me llama...
Amada Madre María te doy la bienvenida, ya te he reconocido ahora y me siento envuelta por tu amor... dime lo que quieras comunicarme, encantada de recibir un mensaje tuyo...
Me alegro mi hija que te guste estar en contacto conmigo. Yo también me gusta hablar contigo. No lo hago todas las veces porque es imposible con todo el caudal de seres a los que recibes, y vengo cuando realmente es de importancia.
Sí, ha sido lo que... ha sido lo que se puede llamar una energía angelical la que ha llamado tu atención. Yo la he mandado para llamarte. No quería que fuese una llamada imperiosa pero sabía que a eso ibas a reaccionar.
Muy bien, el mensaje que quiero mandar hoy es un mensaje lleno de amor, de amor maternal para todos mis hijos. Todos ustedes se ven enfrentados a momentos muy duros. Ya lo han estado leyendo y no quiero repetirlo yo acá.
Yo hoy, en este momento vengo solamente a mostrarles mi amor, mostrarles mi amor y mi compasión por todo lo que tienen que atravesar y les pido a todos y a cada uno de ustedes: tengan conciencia, tengan conciencia que por un lado, lo que están viviendo es lo que necesitan experimentar todavía para llegar a la meta tan ansiada, y por otro lado, también están viviendo lo que como alma se comprometieron a vivir. Como alma, se comprometieron a ayudar al hermano, a ayudar al caído, a ayudar al que ha perdido el sendero.
En este momento, ni en ningún otro, deben juzgar, deben despreciar a otro ser que no ha comprendido cuál es el camino. Sí, estoy muy al tanto de todos los informes que reciben, hasta de los informes de la gente, de los humanos que han sido tomados presos y que están albergados en los, como ustedes les llaman, en los bunkers subterráneos en Estados Unidos y en otras partes.
Hasta por esas almas sientan compasión. Son almas que se han extraviado en el camino. Son almas que no quieren reconocer al Creador ni a nadie de nosotros de las Huestes Celestiales. Hay almas que se han vendido, como se puede decir, en cuerpo y alma a la oscuridad. Muy pocas de ellas son rescatables. Se hace todo lo que se puede para rescatar la mayor cantidad posible porque no está en nosotros el deseo de que un alma no pueda seguir el camino de la luz.
Ojalá pudiéramos conseguir que todas, pero se ve que no la podemos conseguir. Entonces ustedes aún, quizás vean reflejados de esas cosas en la televisión, se verá, o se enteren por otro medios, extiendan su compasión, extiendan su compasión hacia esas almas que perdieron el sendero, que perdieron el sendero de la luz, del amor, del amor incondicional. Sientan vuestra compasión.
Ustedes tienen suficiente amor como para compartirlo y rociarlos con ese amor divino que tienen. Esto es lo que vengo a pedir esta tarde.
Espero queridos hijos míos que comprendan el mensaje, el mensaje dado con todo el amor de una madre que sufre al ver que unos hijos de ella se han desviado del camino. Yo soy la Madre María y vengo en mi nombre y en representación de todas las diosas, diosas luz, de toda la energía femenina que está viniendo y está en el planeta. Todos nosotros extendemos nuestra luz y nuestro amor sobre la humanidad.
Los bendigo y amo profundamente. Yo soy la Madre María.
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