lunes, 24 de junio de 2013

¿QUÉ ES EL ALMA? Y ¿QUÉ ES EL ESPÍRITU?

Por alma se entiende usualmente, lo mismo que por espíritu, lo más íntimo y propio, lo intrínseco y constitutivo de un ser y hasta metafóricamente de las cosas. Alma o espíritu quiere decir para el sentido común el hombre interior, en el cual tienen asiento las superiores aptitudes y potencias de nuestra vida. Se refiere que procuraba una madre hacer comprender a su hija, de 7 años, lo que es el alma, concluyendo por precisarle su idea, al decirle que el alma es el sitio de los afectos, de los sentimientos y de todo lo que existe en el hombre, como lo más noble v elevado. Después de una concentración rápida exclamó la niña abrazando a su madre: «Ya comprendo, mamá: el alma es aquello con lo cual yo te amo.» Lo que es interior y posee cierta superioridad jerárquica respecto a lo tangible y palpable, tal parece ser con toda su indecisa vaguedad, el sentido certero, con que la sana razón concibe lo anímico o espiritual.

Condensando este sentido, aunque sin declinar en personificaciones abstractas, ni en interpretación de sabor escolástico, diremos de momento que el alma es el ser o elemento interior que preside toda nuestra vida desde los actos más rudimentarios y simples hasta los superiores y más sublimes, y cuya realidad se manifiesta en hechos de conocimiento, sentimiento y voluntad. Tomada esta idea en una acepción, aunque preliminar, bastante extensa para que no peque por exclusiva, la referimos a este centro de reacción propia, a este impulso de dirección y modificación del mecanismo de las fuerzas exteriores, a esta energía interna de que todos los hombres dan testimonio en su conciencia, y a cuya suprema síntesis damos el nombre, ya históricamente consagrado, de espíritu o alma.

Usadas la segunda palabra en toda la filosofía antigua, y la primera admitida y consagrada por la filosofía cristiana y después por la moderna, expresan en el fondo la misma idea, siquiera vengan respectivamente influidas por apreciaciones distintas. Comenzó a concebirse la espiritualidad como propiedad del alma humana, equivalente al atributo negativo de inmaterial o incorpórea, y después se estimó en la Teología cristiana, admitida la existencia de seres incorpóreos o espíritus puros, como palabra adecuada para expresar la naturaleza inmaterial de los ángeles, de cuya naturaleza inmaterial participa en algún grado el alma humana. Por una ampliación de sentido, de las que son tan frecuentes en el lenguaje, la palabra espíritu se refiere a la idea ontológica, al ser anímico considerado en sí mismo, con abstracción, aunque no con separación (científicamente hablando) del cuerpo, mientras que la de alma expresa el concepto psicológico del espíritu o el espíritu mismo en cuanto está unido al cuerpo para animarle y vivificarle (de donde anima en latín y alma en nuestra lengua). Concebimos, pues, salvo la distinción indicada, como sinónimas, las palabras alma y espíritu.

¿QUÉ ES EL ESPÍRITU?

2003-11-14

Leonardo Boff

Para entender lo que es espíritu debemos superar la comprensión clásica y la moderna y valorizar la contemporánea. La clásica dice: el espíritu es un principio sustancial, al lado de otro principio material, el cuerpo. Espíritu sería la parte inmortal, inteligente, con capacidad de trascendencia. Convive un determinado tiempo con la otra parte, mortal, opaca y pesada. La muerte separa una parte de la otra, con destinos diferentes: el espíritu para el más allá, la eternidad, y el cuerpo para el más acá, el polvo cósmico. Esta visión es dualista y no explica la experiencia de unidad que vivimos. Somos un todo complejo y no la suma de partes.

La concepción moderna dice: el espíritu no es una sustancia, sino el modo de ser propio del ser humano, cuya esencia es la libertad. Seguramente somos seres de libertad porque plasmamos la vida y el mundo, pero el espíritu no es exclusivo del ser humano ni puede ser desconectado del proceso evolutivo. Pertenece al cuadro cosmológico. Es la expresión más alta de la vida, sustentada a su vez por el resto del universo.

La concepción contemporánea, fruto de la nueva cosmología, dice: el espíritu posee la misma antigüedad que el universo. Antes de estar en nosotros está en el cosmos. Espíritu es la capacidad de inter-relación que todas las cosas guardan entre sí. Forma urdimbres relacionales cada vez más complejas, generando unidades siempre más altas. Cuando los dos primeros topquarks comenzaron a relacionarse y a formar un campo relacional, allí estaba naciendo el espíritu. El universo está lleno de espíritu porque es reactivo, pan-relacional y auto-organizativo. En cierto grado, todos los seres participan del espíritu. La diferencia entre el espíritu de la montaña y el del ser humano no es de principio sino de grado. El principio funciona en ambos, pero de forma diferente.

La singularidad del espíritu humano es ser reflexivo y autoconsciente. Por el espíritu nos sentimos insertados en el Todo a partir de una parte que es el cuerpo animado y, por eso, portador de la mente. En el nivel reflejo, espíritu significa subjetividad que se abre al otro, se comunica y así se auto-trasciende, gestando una comunión abierta, hasta con la suprema Alteridad. Definiendo: vida consciente, abierta al Todo, libre, creativa, marcada por la amorosidad y el cuidado, eso es concretamente el espíritu humano.

Si espíritu es relación y vida, su opuesto no es materia y cuerpo, sino muerte y ausencia de relación. Pertenece también al espíritu el deseo de encapsularse y rechazar la comunicación con el otro. Pero nunca lo consigue totalmente porque vivir es forzosamente con-vivir. Aun negándose, no puede dejar de estar conectado y de conectarse.

Esta comprensión nos hace conscientes del vínculo que liga y religa todas las cosas. Todo está envuelto en el inmenso proceso complejísimo de la evolución, atravesado en todas las etapas por el espíritu que emerge, cada vez, bajo formas diferentes, inconsciente en unas y consciente en otras.

En esta acepción, espiritualidad es toda actitud y actividad que favorece la relación, la vida, la comunión, la subjetividad y la trascendencia rumbo a horizontes cada vez más abiertos. Al final, espiritualidad no es pensar en Dios sino sentir a Dios como el Vínculo que pasa a través de todos los seres, interconectándolos y constituyéndonos, a nosotros y al cosmos.

Leonardo Boff

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